miércoles, 22 de octubre de 2008

Puzzles

Quizás otros no se sientan identificados, pero yo desde luego sí. Considerar la vida como un puzzle no es ninguna tontería, más bien una sabia teoría. Únicamente obtienes el molde al nacer y una vez te has deshecho del chupete, empiezas a elegir las piezas. Muchas encajan, unas mejor que otras, sin embargo, existen algunas que claramente no lo hacen y nunca lo harán, ni siquiera probando en posiciones inverosímiles. Eso sí, no se trata de un puzzle simple, sino de uno de esos de nivel sólo apto para expertos, uno de esos de coleccionista, de maestro, en los que prima la paciencia hasta llegar a rellenar el total de 10000 piezas, de las cuales la mitad son cielo; de esos que cuesta un infierno completar. Precisamente, esas partes de azul celeste son repetitivas, todas aquellas personas que viven ocultas entre máscaras de mentira y falsedad. Otras, al principio se muestran como dulce nieve virgen en un nevado paraje, aunque acaban resultando una avalancha aplastante que pisotea todas tus aspiraciones, estropeando viajes y paisajes exóticos que la mente ya empezaba a dejar adivinar.
Enfocando el lado positivo, aparece el marco del puzzle, lo primero en construirse, imprescindible incluso antes de darle la vuelta al resto de las piezas (intentando adivinar sus colores). Este marco constituye la base para todos y cada uno de nosotros, el vínculo que une a alguien con su familia y amigos es inseparable, indestructible y no se debe despiezar.
Llegan ahora los mejores rompecabezas, los de noches estrelladas, en las que se mezclan sueños, con estrellas fugaces, cuyo destello luminoso deja constancia del interés de esa persona, que por desgracia nunca llegará a ofrecerte la oportunidad de conocerla en su núcleo. Pero, hay piezas que destacan por encima del resto: las estrellas, que guían tu camino, y te reconducen a casa cuando la melancolía invade y vacía todos los ámbitos de la vida. Este grupo de piezas son siempre las que uno se guarda para el final, las que cierran el puzzle y completan las noches mágicas.
Yo, como todos, espero que mi vida se llene de noches estrelladas.

1 comentario:

Bian dijo...

Oh... lovely. Me ha gustado mucho la metáfora, es bastante acertada a mi parecer.
Por cierto, espero ser una estrellita blanca y resplandeciente en tu puzzle, y tu un oasis en mi desierto ^^