lunes, 27 de octubre de 2008

Libertad canina

La admiro, sin duda alguna. Miro el brillo de sus ojos, su cara tan expresiva y amable. La verdad, me dan ganas de sonreír. Pienso además en el tiempo que pasa recostada, sin otra aspiración que alargar al máximo su próxima siesta o husmear un poco el frigórifico, la fuente de inspiración. Su gran preocupación es decidir si dormir en una u otra habitación. Su período de distensión alcanza su culmen en un largo paseo, donde le guían otras mentes pensantes. Ahora bien, también pienso que lo único que come es pienso, y es que aunque sea paradójico, este personaje no es otro que mi perra, Mai.
He oído que estos seres son exclusivamente impulsos nerviosos. Esto último me hace pensar si realmente existen tantas diferencias entre el resto de habitantes del planeta y nosotros. Yo también conozco personas que se mueven por impulsos, más que nerviosos, erróneos. Gentes que se venden como monos de feria, para ver quién los compra primero.
Eso sí, al ponerme en el lugar de mi perra, estoy seguro de que podría proclamar a los cuatro vientos que le gustaría ser persona. ¡Qué pena, qué lástima, incluso qué patético! - creo que diría ella a todas esas personas que desechan sus oportunidades; obcecadas en divinidades, más que en virtudes personales.
Yo acordé no ser desgraciado, y ahora lo reafirmo. Solamente al pensar en perrito, me dan ganas de exprimir hasta los topes mi libertad. Y pensar que ella nunca podrá enamorarse, y si lo hace depende exclusivamente de nosotros...¡más vale que yo ya no estoy sujeto a ninguna correa que marque mi camino!

2 comentarios:

Bian dijo...

No te creas, a veces te sigo teniendo que sacar a dar algún paseo que otro. Pero bueno, tu también lo haces conmigo, supongo. Ais... que sería sin el perrito juvenil... ^^

Anónimo dijo...

Aiii que bonitooo y además lo he entendido a la primera :)ya sabes que otro dia tiene que ir para mi pobre pollito, nos vemos mañana pablo! 1besoo